domingo, 23 de marzo de 2014

CUANDO ABANDONÉ EL RECAU

Cuando abandoné el recau
lo hice con tanta tristeza
que derrumbé mi cabeza
sobre los cueros doblau.
Así quedó mi pasau
entre los cueros, perdido,
y yo triste y abatido,
solo a pie como un andante
emprendí desde ese instante
el camino del olvido.

Al mirarlo abandonau
en silenciosa quietú
recordé mi juventú
dejada sobre el recau
como si estuviera atau
a mi sangre a o mi piel;
pero hoy insensible y cruel
lo tengo que abandonar
que por temor a charquear
no quiero morir sobre él.

En mi vida de mensual,
de domador o resero,
si habré ensillado mañeros
pa’ poder ganar un rial.
Con él y con un bagual
yo era de la tierra el dueño,
y hoy que no tengo el empeño
que el espíritu reclama
no me sirve ni pa’ cama
porque ya me quita el sueño.

Y lo entregué con mis manos,
con la pena y la amargura,
le entregué a la sepultura
el cuerpo de un pobre hermano.
He llegau a ser anciano
y la osamente me pesa
y no quiero la tristeza
de que un día, sin batalla,
cualquier manso se me vaya
con mi orgullosa pobreza.

Cuando pa’l último vuelo
ate una noche al palenque
sin espuela, sin rebenque
la voy a saltar en pelo.
Será mi único consuelo
y por eso es el motivo,
que él no se quede cautivo
de mi derrota en la prueba,
hoy, que la muerte me lleva
como colgau del estribo.

Versos de Jorge Soccodato

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