Yo
me he criao entre el gauchaje
ni
más ni meno’aparcero,
y
vi los gauchos reseros
hacer
un alto en el viaje;
vi
la bravura salvaje
de
un potro al palenque atao,
las
cuerdas del alambrao
me
hicieron sangrar las manos
y
este respeto, paisanos,
que
de mi padre he heredao.
Trabajando
en la campaña
y
en la pobreza golpiao,
siempre
derecho he tranquiao,
nunca
tuve malas mañas;
dende
las mesmas entrañas
o
tal vez del sufrimiento,
en
la pechada del viento
de
ahí aprendí el rigor,
por
eso me hice cantor
pa’
cantar con sentimiento.
Yo
vi morir un tizón
cubierto
entre las cenizas,
también
sentí de la brisa
lo
fresco en el madrugón.
Para
dormir un galpón,
y
con bolsas de arpillera
en
un rincón andequiera
acomodé
mi osamenta.
Viento,
agua y heladas cruentas
me
hicieron temblar la pera.
Aunque
mucho he rodao
me
ha servido de esperencia
porque
uno con la decencia
ande
quiera es bien mirao;
de
mi tata he heredao
ese
temple de varón,
y
en más de una ocasión
tendí
la mano al viajero,
pero
eso sí compañero,
lo
desprecio al compadrón.
Cuando
mi vista se pierde
porque
ando medio tristón,
busco,
en el diapasón
si
alguna pena me muerde.
Y
mirando todo el verde
de
la inmensidá del llano,
largo
mi canto paisano
pa’
que se lo lleve el viento,
y
áhi se va mi sufrimiento
al
cantarle a mis hermanos.
Esta
es la herencia sagrada
que
mi padre me dejó,
por
eso que sigo yo
con
la frente levantada.
Sin
achicarme por nada
hasta
que Dios lo disponga
he
de seguir meta y ponga
honrando
la tradición,
alrededor
del fogón
con
esta pampa milonga.
Versos
de José
Antonio Cassino
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