Yo soy Sinforiano Díaz
de los milicos de López
del tiempo que en dos galopes
se entraba en las tolderías,
no tengo más garantías
que ser un paisano honrao,
yo nací sobre un recao
en un ranchito de barro
y en la Iglesia de Navarro
dicen que fui bautizao.
Mi padrino fue Gerardo
-un viejo como quebracho-
capataz desde muchacho
en la estanzuela de “El Cardo”,
hijo de Basilio Pardo
que una vez en el bañao
pelió con Rosendo Aldao
frente a frente y mano a mano,
por un potrillo orejano
que Pardo le había marcao.
Mi madre fue Primitiva,
hija de Crecencio Varga
de una decencia tan larga
y pura raza nativa;
la pobre murió cautiva
en la tribu de Painé
de un malón que me salvé
porque don Serapio Herrera,
me levantó en la tranquera
en ancas de un pangaré.
Señores soy Sinforiano,
para lo que ustedes manden,
porque… no quiero que anden
creyéndome un orejano;
de mi prienda y de mi ruano
tengo vista del juzgao,
yo fui chasqui y fui soldao
en las horas de la guerra,
y en la paz de nuestra tierra
soy resero y peón de arao.
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