viernes, 21 de febrero de 2014

CIEN MENTIRAS Y DOS MUERTOS

         (relato)
1
Era yo un gurí porrudo
de unos siete años por áhi…
cuando me llevó Ño Alday
a su cueva de peludo.
Allí me crió como pudo
cuando murieron mis tatas
con todo al aire y en patas
y hasta pasaba ¡ay Jesús!,
más hambre que un avestruz
en ese rancho de latas.
2
A ese refugio ruinoso
el único que venía
de visita, noche y día
era el paisano Troncoso.
Viejo, flaco y andrajoso
de la laya de Ño Alday.
Dos muertos de hambre ¡velay!
pero pa’l trago tenían,
se mamaban y mentían
como por cinco o por sáis.
3
Oveja que manotiaban
se la llevaban pa’l rancho,
colgaban media en el gancho
y la otra media la asaban.
A mi pa’juera me echaban
hasta después de cenar,
y empezaban a chupar
una caña brasilera,
que por lo juerte y lo fiera
parecía alcohol de quemar.
4
“-Ves este facón hermano
(así empezaba Ño Alday),
se lo quité a un tal Garay
en el boliche “El Riojano”;
le di un hachazo en la mano
al trenzarnos a peliar…”
“-Cómo no me he de acordar…?
(dijo Troncoso al instante)
si eso jué tres días antes
que yo lo achuré a Gopar”.
5
“-Ansina jué, ya lo creo…
(el viejo Alday murmuraba),
ese Gopar festejaba
a la viuda’e Rivadeo,
ese guapo lungo y feo
que yo maté en Lobería”.
“-Ese sí, y al otro día
(dijo Troncoso anhelante)
yo lo maté a Bustamante
y lo enfrié, a Juan Faría”.
6
“-Ese mesmo, claro pué’
(dijo contento Ño Alday)
Jué cuando al vasco Armenday
cien hachazos le pegué’”.
“-Eso sucedió despué’
(agregó el viejo Troncoso)
que lo eliminé a Cardozo
en las esquilas aquellas
y al Negro Gabriel Centellas
lo destripé por chismoso”.
7
“-Jué dos domingos despué’
que yo lo carnié a Laprida,
y que a tuita la partida
de melicos, los pelié.”
“-Si ricuerdo, jué esa ve’
que lo garrotié a Nazario
por cuentos del Viejo Hilario
allá en aquella carrera
que lo degollé a Olivera
y lo corrí al comesario.”
8
“-¡Lo recuerdo bien clarito
como que me llamo Alday…!
si jué aquella vez, caray
que lo maté al “Chilenito”…”
“-Claro, cuando yo al ‘Piojito’
Aduvígenes Mesina,
le pegué en lo de Medina
tal planazo en la regüelta,
que l’hice pegar más vueltas
que peludo en una tina.”
9
“-Sacando justo la cuenta
(dijo Ño Alday) me parece
que yo he muerto a ciento trece
y herido a ciento cincuenta.”
“-Y yo trescientos noventa
por áhi… (agregó Troncoso);
no quiero ser mentiroso
pero en el noventa y tres,
llegaban a ciento diez
los guapos que mandé al pozo.”
10
“-Es que yo tan solo cuento
(dijo Ño Alday), solamente
los que maté últimamente
que también suman un ciento…
Los que maté el novecientos
con los que conté recién,
suman… cerca de mil cien
entre heridos y finaos,
y otros más que he despachao
que ahura no recuerdo bien”.
11
Y así una noche maldita
en que los dos bravucones
alardeaban de matones
mintiendo en forma inaudita,
de su cueva, una lauchita
como exhalación salió
y entre los viejos pasó
que bolaciaban a gusto,
y se pegaron tal susto
que Don Alday se ca… yó….
12
¡Ajá…! miér…coles… gritaron
los dos al mesmo momento,
y al pararse del asiento
con las cabezas chocaron.
Del golpe se desmayaron
y yo disparé asustao.
El rancho quedó incendiao
por la caña brasilera,
falleciendo en esa hoguera
los héroes… carbonizaos.


Versos de Mario Arnaldo Vitarella

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