La pluma agarro, señor,
ensartada en un palito
pa’ mandarle en éste escrito
noticias del domador;
el “zaino colorau” flor,
que le entregó pa’ domar,
ya lo sabe galopiar
recorriendo los potreros,
se asusta hasta de los teros
y es muy fogoso pa’ andar.
Es animal que promete,
desengüelto, corajudo,
y hay laya en él, no lo dudo,
pa’ que le salga un güen flete;
en mil novecientos siete
yo tuve uno parecido,
voraciador y alvertido
de competirle al mejor,
pero dice el domador
¡que como el suyo no vido!
Le sabe dar rienda, y crea,
que parece adivinar
pa’l lau que lo va’a volcar
agatitas lo tantea;
el hombre en él se florea,
y créame, Don Lauriano,
que no le echó el ojo en vano
cuando lo sacó elegido…
¡va ser como falta envido
con las trainta y tres de mano!
A soga larga lo ata
a un poste suelto, pesau,
con un maniador sobau
por si se enrieda una pata;
después de allí lo desata,
le dá otro galope güeno,
lo desensilla, y sereno
lo muenta en pelo a veces,
y dentro de pocos meses
lo hará caballo de freno.
Y ansí, en esquela cortita
ya lo dejo anoticiau
de su “zaino colorau”
y el domador Ramón Pita.
Memorias a Doña Rita,
a su patrona y Don Calvo,
y, de mientras pongo en salvo
lo que a mi pluma no viene,
usté, Don Lauriano ordene
a Natividad Monsalvo.
Versos de Gualberto Gregorio Márquez
(Charrúa)
No hay comentarios:
Publicar un comentario