1
Yo andaba en un
redomón
medio macaco y finito
cuando lo escuché
al “Chiquito”
que toriaba en un
zanjón,
salí medio al
galopón
pa’ver lo que había
encontrao
pero me quedé parao
cuando distinguí de
paso,
que era un jabalí
machazo
y de colmillos
cruzao.
2
Como nunca fui
chambón
pa’ voltiar
cualquier padrillo,
pensé que sería
sencillo
partirle en dos el
melón,
pero me tembló el
garrón
cuando se me vino
airoso;
quise pelar el bufoso
pero el matungo,
macaco,
se enredó en un
alpataco
y al suelo fuí
tembloroso.
3
En tremenda
mescolanza
cuando medio me
paraba,
vi que el caballo
sangraba
desde el encuentro
y la panza
y, al perder la
esperanza
de voltiarlo de un
balazo,
disparé unos
cuantos pasos
pero al mirarme de
a pie,
volvía a encararme
otra vez
como pa’hacerme
pedazos!
4
El perro, tuito
sangrao
desde el hocico al
cogote,
no le alflojaba al
grandote
y parecía duplicao,
y si no he sido
achurao
por aquel chancho
fierazo,
fue por el perro,
amigazo,
porque cuando se
venía
al cruce se le
prendía
sin miedo a los
colmillazos.
5
Entre tantas
reculadas
y apurones sin
ventaja
me había perder la
faja
y una alpargata
gastada;
y fue una corajiada
que al saltar una
jarilla,
alcancé a pelar el
fierro,
¡y haciéndole honor
al perro
se lo prendí en las
costillas!
6
Como quien siente
el amargo
dolor en cuerpo
desnudo,
pegó un bufido el
cerdudo
y se alejó al trote
largo
pero el perro, sin
embargo,
lo siguió firme y
parejo;
cuando lo hallé
allá lejos
en una playa
estirado
se había muerto
desangrado
por defenderme el pellejo.
7
Allí quedó,
pobrecito,
entre tomillos y
sampa
por serle fiel y
sin trampa
a quien lo crió de
chiquito;
en cambio el
chancho maldito
herido pero se fue
y tristemente pensé:
¡qué julepe,
compañero!
donde casi dejo el
cuero
de puro tonto esa
vez.
Versos de Saúl
Huenchul
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