1
Tuve un pangaré
criollón,
cabos negro’y
delgadito,
¡vieran que pingo
bonito
desde la frente al
garrón!;
lástima tan macacón
y tan diablo sin Jesús,
que, a pesar de su
virtú
yo le llamaba “El
Macaco”,
porque a parte de
bellaco
pa’ la pata era una
luz.
2
Por eso con ciencia
grata,
cada vez que lo
montaba,
despacito le
agarraba
con el cabresto las
patas;
no crean que son
bravatas
lo que a
recordarles entro
porque aunque lo
ataba adentro,
no le confiaba un
instante
mire, al patiar pa’delante
llegaba cerca’el
encuentro.
3
Cansao de su sangre
altiva
y de sus malas
ideas,
le trabajé una
manea
pa’ desmaniarlo de
arriba;
bueno será que
describa
pa’quel que mucho
no entiende:
una manea,
comprende,
que se trabaja al
momento
con dos aujeros y
un tiento
y una rosita que
prende.
4
Es cierto que fue
macaco
pero tenía la virtú
de alcanzar
cualquier ñandú
en planizas o
alpatacos;
y si habré boliao
guanacos,
baguales y
chucarones!,
porque con sus
intenciones
dándole apena’una
tregua,
capaz de correr dos
leguas
saltando rama’y
zanjones.
5
¿Dónde andarás
pangaré?
que casi ya al
enfrenar
se lo tuve que
entregar
a un tal Santiago
Valdes;
hoy, casi casi de a
pie,
sin tropilla y sin
recao,
con el corazón
templao
se consuela mi alma
inquieta
recordando algún
sotreta
de los tiempo’en
que he domao.
Versos de Saúl
Huenchul
No hay comentarios:
Publicar un comentario