De Rauch me vine encantao
amigazo, se lo juro,
al conocer Don Arturo
esa tropilla’e gatiao’.
Cuando la yegua ha llamao
como un perro la seguía,
bien enseñao’, con maestría,
ande los hizo formar
tranquilo podía agarrar
el caballo que quería.
Criollos como Martín Fierro
a la madrina tobiana,
la quieren como a una hermana
ande con o sin cencerro.
Y la siguen como un perro
y ni uno lejos va a dir,
a ella la van a seguir
obedientes al tañido.
¡Cien cencerros parecidos
no la van a confundir!
Aunque ni uno es parejero
no son solo pa’ desfile
y en alguno ande se apile
capaz de correr ligero.
Amansao por un campero
sancocho no haya ninguno,
el que muente es oportuno,
pa’ atropellar… un flechazo.
Y son pesao en el lazo
en donde agarre un vacuno.
Ya su dueño es veterano,
lo mismo está la tropilla,
y si a veces los ensilla
es pa’ no perder la mano.
Pero pronto estará sano
y si lo alumbra el candil,
en algún potro cerril
que él mismo podrá amansar
¡lo van a ver desfilar
allá en el año dos mil!
(Ca. 1984)
Versos de Libertario Blengio
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