Con un cuero de carnero
-si más lanudo mejor-
el cojinillo es primor
con que se adorna el apero!
Su recorte bien certero
dá al recado gaucha estampa
y donde quiera que acampa
-sobre los pastos tendido-
es el sofá más mullido
que tiene el gaucho en la pampa!
Su blandura delicada
se parece a una caricia.
Tiene la suave delicia
de las manos de la amada;
su blancura inmaculada
un gran cuidado revela
y al sobarlo se desvela
aunque es la tarea cruda:
que es para el gaucho la ruda
necesidad, una escuela!
Cuando la noche se ahonda
en los abismos del cielo
ya la tropa en su desvelo
el gaucho seguro ronda.
Aunque la luna se esconda
no escapa a su vigilancia:
tiene de sobra constancia.
Tiende en tierra el cojinillo
se sienta y un cigarrillo
le ayuda a acortar distancia.
Recuerdos, que a su destino
con la brisa mañanera
a la buena compañera
le va enviando del camino;
y así que el relevo vino
a continuar con la ronda,
busca que el sueño le esconda
de su nostalgia, el reflejo
y en el cojinillo viejo
duerme lo mismo que en fonda!
Versos de Marcelo Altuna
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