Con el profundo respeto
que merece el paisanaje,
he de rendir homenaje
a un personaje concreto;
y al sentirme así, repleto
de inspiración, me’ntretengo,
escribiéndole a quien tengo
por guapo, noble y campero,
quiero cantarle al resero
pues su recuerdo mantengo.
Mil caminos ha cruzao
con sus pingos decididos
entre el polvo y los balidos
de los vacunos arreao’;
más trabajo le ha costao
lidiar con la ternerada,
puesto que al ser destetada
era un peligro constante…
Pero, el resero triunfante
rondó en cualquier rinconada.
Vista ligera y baquía,
precisó como experiencia,
pero en cambio, la paciencia
pa’arrear las vacas con cría,
y más fácil se le hacía
ir con novillos tropeando,
o ir vaquillonas arreando
por los distintos parajes;
y de paso en esos viajes
sus potros iba amansando.
A la madrina puntera
solía un crudo acollarar
pa’ póderlo galopear
en cuanto un descanso hubiera,
y aunque ya casi estuviera
corriente el pingo montao,
anduvo medio apurao
el prevenido resero,
si al largarse un aguacero
se asustó del encerao.
Siempre su orgullo habrá sido
por ser hombre servicial,
entregar todo al final
como lo hubo recibido;
pero el camión ha venido
a reemplazarlo en su aguante;
lo imagino en este instante
aunque no esté su presencia,
¡yendo en busca ‘e la querencia
con la tropilla adelante!
Versos de Pablo Gallastegui
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