Entre la tarde y el sol
hubo aquel día un gran duelo
qui’asustao el mesmo cielo
s’escuendió en el arrebol.
El sol sin ningún control
quiso inventar una treta,
pero haciéndole gambeta
la tarde, ni caso l’hiso…
p’agarrarlo d’improviso
y hacerle un tajo en la jeta!...
A gritos estaba un tero
yorando en la soledá
y se burlaba el chajá
del otro lao del estero.
De vez en cuando un ternero
balaba encerrao. Y fieras
las lechusas agoreras
miraban dende las lomas
a las inquietas palomas
picar en las sementeras.
Dio el sol una reculada
cubierto ‘e sangre cobarde
porque’n el duelo, la tarde
le pegó una puñalada.
La escuridá, unque asustada,
yegó hasta el mesmo entrevero.
El silencio rainó entero
en el yano y el espacio
y entonce’, el sorro, dispacio
s’encamino al gayinero!...
Versos de Pedro C. De María
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