jueves, 5 de mayo de 2011

EL MORO Y EL ALAZÁN

Cierta vez que cabresteando
a la vida, su mandao…
iba en “el moro” montao
por la huella, rezongando
ya que la suerte amagando
no tocaba mi portal…
llegué a la estancia “El Puntal”
del criollo Antenor Maidana
porque andaba con las ganas
de trabajar de mensual.

Vide atrás de un montecito
una larga fila ‘e gente,
y siguiendo la corriente
me aproximé al trotecito.
Don Farías, pegó el grito:
“-¡Llega justo, Don Ramón!
…hay carreras y el patrón
puso feriao en la zona
por el santo ‘e la patrona
y el compromiso del peón.

Bájele al “moro” el recao
y busque pa’ encarrerarse,
pero mire, ha de cuidarse
de aquel “alazán tostao”,
qu’es ligero pa’l mandao,
salidor como saeta,
pelo ni marca respeta
su dueño en el desafío.
¡No olvide el consejo mío
y lárguele al meta y meta!”

Agradeciendo a Farías
por sus claras intenciones,
relojié los mancarrones
y me dije… ¡Esta es la mía!
Aunque plata no tenía
ni ha correr había venido,
si alguno por atrevido
me convida una carrera
le corro el tiro que quiera
pero ¡a caballo perdido!

Y así fue, vino el mocito
con modales de orgulloso,
diciendo… “-¡Pa’l ‘moro’ brioso
tengo aquel alazancito!”
charlamos un momentito
en forma pausada, lenta,
a él, la soberbia lo alienta
y mi propuesta permite…
La carrera es a convite
metros: trecientos cincuenta.

Palmié en el pescuezo al “moro”,
él al pingazo montó,
la gente se amontonó
pa’ ver quien era más toro.
Al largar, medio lo atoro
y pa’ que seguir?, cuñao,
aquí me ve, desahuciao,
sin conchabo de mensual,
¡pero llevo del bozal
un lindo “alazán tostao”!

Versos de Darío Alfredo Lemos

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