y amigo
como ninguno,
cuasi en
mis manos te acuno
con gusto
semisonriente;
tu cuerpo
siento latente
y sin ver
bien las razones
manejás las
emociones
de mi espíritu
sombrío…
sos luz en
mi desvarío,
siñuelo en
mis ilusiones.
Cuando despunta
el lucero
pa’
despertar la mañana
sos canto
en hora temprana
que te
busco de ladero;
tu rezongo
cancionero
me dice que
no estoy solo;
sencillo
sin protocolo
tu figura
me entretiene
hasta el
momento que viene
a
conversarme el chingolo.
No sé que
fastidio raro
siento
cuando te abandono,
se me hace
que te arrincono
con algo de
desamparo;
y en las
tareas que encaro
siempre en
constante rutina
te me cubre
la ñeblina
que los
deberes provoca…
como es
natural te toca
de la flor,
también la espina.
Cuando el
sol cái mansamente
y güelve el
campo a la calma,
otra vez
dueño del alma
te me apariás
consecuente;
y en una
charla inocente
que solo
los dos hablamos,
parece que
reiniciamos
cualquier
diálogo perdido,
como
hurgando en lo escondido
que dentro
del ser guardamos.
En visitas
de paisanos,
que no
deshecho en mi afecto,
sos el
mensaje directo
que va
juntando las manos;
te veo
soñar: hermanos!
y quedo
meditabundo…
mas si
busco en lo profundo
lo que no
deseo inerte,
¡sos cimarrón,
pa’ mi suerte,
lo muy
querido en el mundo!
(25/08/1974)
Versos de Roberto Coppari
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