Yo ensillo con mi recao
pilchas sin plata y sin oro,
y como que ando en mi “Moro”
ando siempre bien montao.
Ni poncho pido emprestao
aunque me muera de frío.
Mi “listao”, hasta en estío,
lo está pasando el sereno,
mas prefiero, a poncho ajeno,
andrajos del poncho mío.
Nunca debería faltar,
al hombre trabajador,
ni un peso en el tirador
ni un güen pingo que’nsillar.
Y, si lo llega a tratar
mal la suerte, una ocasión,
con güena reputación
que’s fortuna inigualada
se apea en cualquier ramada
o acampa en cualquier fogón.
Como en mis brazos confío,
suelo hablar con arrogancia;
que se agranden las estancias
que a mi… me alcanza lo mío!
A la suerte desafío
porque no le sé temer,
hago lo que puedo hacer,
voy a’nde pueda llegar:
si hay escollos, a saltar!
si hay que luchar, a vencer!
De los caminos se ven
naturales maravillas:
bosques, llanos y cuchillas
y cosas tristes también.
Pero las ve solo quien
lleva en el alma un lucero,
rara vez el estanciero
en su fría indiferencia
porque tiene la conciencia
castrada por el dinero.
Yo nunca serví pa’ pión.
Por hacerme respetar,
jamás me dejé retar
con razón o sin razón.
Aunque entiendo que’l patrón
debe hacerse obedecer,
todo el que sepa poner
las cosas en su lugar
no se deja manosiar,
ni siquiera reprender.
Entre borracho y patrón
(yo prefiero al bebedor)
cuanto más lejos, mejor
y poca conversación.
Siempre he sido remolón
pa’ que me ensille cualquiera;
si me tocan las basteras
ni las espuelas me pinchan.
Ande me apreten la cincha
desparramo las bajeras.
Versos de Wenceslao Varela
(uruguayo)
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