Me fí pa’ ver a Loreta
por encargo de Velarde,
y de alunada esa tarde
ya se pisaba la jeta.
Andaba de mala veta,
ni el paine se había pasao;
con cada ojo colorao
como tajada ‘e sandía,
y pu’arriba se le vía
que’l horno estaba caldeao.
Poco me gusta dentrar
en custión con las mujeres,
ellas son pa’ sus quehaceres
y el hombre pa’ trabajar.
Yo la quise conversar
con palabras de güen criollo,
y anque sabe que no arrollo
y corajiando la indina,
me cargó como gallina
cuando le agarran un pollo.
Y ya pegué la sentada
pa’ no tener que aporrearla,
porque ¡a qué diantre ib’hablarla
viéndola así encachilada!
Chispiando la condenada
lo mesmo que un jogonazo,
y como no le hacía caso,
de purita indinación,
gritaba como un lechón
cuando le cierran el lazo.
Yo sé que cuando m’enojo
como cualesquier soy malo,
y podía, de darle un palo,
quedar rivoliando el ojo.
No s’iba a morir de antojo
si es lo que andaba buscando,
y la intención sofrenando
antes que más me tentara,
me volví en mi ‘malacara’
muchas, mil cosas pensando.
Versos de Charrúa
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