Hoy, tal vez, la ispiración
me brinda alguna sorpresa
o se enriede en mi cabeza
por culpa de la emoción,
al ver… vieja… la Estación ,
los años, ya la han vencido,
por eso que a Dios, le pido
un milagro verdadero
pa’ no ver Ramos Otero
que se cae en el olvido.
Claro, que no está como antes
yo sé, que todo ha cambiado;
cuánta gente se ha marchado!
vuelvan pa’tras un instante
y aquel que pueda, que aguante.
Yo mi querencia no pierdo,
el corazón va’ndar lerdo
de aquel que quiera volver,
lágrimas le han de caer
cuando lo abrace el recuerdo!
¡Qué lindo que se vivía
cuando cada uno en su pingo,
al ir llegando el domingo
como a una fiesta venía!
Con sus pilchas se lucía
mas de uno en un redomón,
de “Tres Loma’” o “San Simón”,
y hoy la tristeza se nota
mirando la rueda rota
del molino ‘e la Estación.
¿Y pa’ que hablar del galpón
que ya no almacena nada
con las chapas desclavada’
y medio roto, el portón?
Hoy solo queda un montón
de recuerdos muy queridos,
el señalero, destruido,
el tanque de agua, aujereau,
y los rieles oxidau
entre los yuyos, perdidos.
¡Qué pena que ya no están
las chicas en el andén!
mirando pasar el tren,
ni el Boliche ‘e Don Adrián;
ni la chata de Durán
con el guinche y la roldana
llegar cargada de lana
pa’ la
Barraca ‘e Mirande,
ni el boliche de Fernández
ni la Fonda
‘e Doña Juana.
y todo se vino abajo,
entró a escasear el trabajo
y el trén… nos abandono!
Por eso que quiero yo
arrimarles este abrigo
y con orgullo consigo
gracias a Dios y a su apoyo
con este reencuentro criollo,
¡¡que se abracen los amigos!!
Versos de Hugo R. Elizalde
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