uno ochenta
de estatura
y luciendo
en la cintura
atravesau,
un facón
mango de
plata, cortón,
aunque de
aspecto sencillo
dejaba ver
con su brillo
que’ra plata
verdadera;
siempre de
gorra ‘e visera,
nativo de
Saladillo.
Cinto de
cuero ajustau
de aquellos
de dos hebillas;
sabía lucir
su tropilla
de bayos
recién tusau’,
cola al
garrón, desvasau’;
fue
rumbiador y baquiano,
cruzó por
montes y llanos
asigún la
situación;
resero de
profesión,
su nombre,
Balbino Ramos.
De poca
risa y cayau
en la rueda
de un fogón,
y llegando
la ocasión
tendía cama
en el recau;
no le faltó
el encerau
y un poncho
matra lobuno,
y en el
momento oportuno
aunque no
fuera muy bueno
usaba lazo
chileno
de aquellos
torcidos de uno.
Era un hombre
respetau
en
cualesquiera reunión
y si tenía
un tropezón
era medio
mal arriau;
si alguna
vez se ha encontrau
de paso en
una jugada
copaba como
si nada
tranquilón
y con coraje…
Meses
enteros de viaje
en la
carpeta dejaba.
Cruzó por
los campos anchos,
ya era caso
muy notorio:
San
Martín y San Gregorio,
El Bote, El
Carbón y Juancho;
sin querencia
en ningún rancho
siempre anduvo
caminando,
y cuando ya
jue notando
que
acortaba su esistencia,
a las
ferias, con presencia,
llevó los
bayos arriando.
Hoy solo
queda el recuerdo
de los que
lo conocimos
y alguna
vez anduvimos
a través
del tiempo lerdo.
Si hasta me
parece verlo
bien
derecho de a caballo,
siempre
mirando ‘e soslayo,
por lo que
lo recordamos,
así, a Don
Balbino Ramos
y a su
tropilla de bayos.
Versos de Ulises
Muguerza
“El Cantor Libreño”
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