desarrugá el entrecejo,
seguite de mi consejo
que ansí ha de juir el dolor;
poné un cristal de color
esperanza, en tu pensar,
y largate a galopiar
por los campos del placer
“que’n las huellas del
querer
hay tiempo para
llorar”.
Ensillá el pingo sin freno
que se llama ‘pensamiento’,
de recao poné el ‘contento’
que’s recao barato y bueno;
el campo ‘e dolor ajeno
cruzalo sin amargura,
porque’l dolor es locura
indigna de padecer,
“que’nfermedá de
querer
con otro querer se
cura”.
Al matungo que te apena
largalo pa’ otro potrero
dándole valor de cero
porque ni la cerda es buena;
pa’ echarlo agarra sin pena
el rebenque del olvido,
cruzale l’anca al perdido
con un azote ‘e mi flor
“que’l que muere de
dolor
no debió de haber
nacido”.
No es, hermano, pa’l varón,
eso de largarse a muerto,
ni este mundo es un desierto
con un solito mojón;
si ‘aquella t’hizo traición’
no debés darle importancia;
demostrale tu arrogancia
alzando en el anca alguna
“que’n campos donde
hay laguna
hay bagres en
abundancia”.
Versos de J. L. Camparada
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