Vengo como ave de viaje
por el viento sacudida
la que se posa rendida
a replegar su plumaje.
Vengo triste y sin coraje
mis recuerdos a evocar,
vengo buscando el lugar
donde se encuentra dormida,
una trapera querida
que fue mi primer hogar.
Aquí está junto a la huella
sola, triste, abandonada,
pero siempre la alborada
deja sus besos en ella.
Templo de la infancia bella
hoy mustia tapera en ruinas.
No pueden las golondrinas
en tus techos anidarse
ni mis estrofas dorarse
al calor de tu cocina.
Ya la calandria no canta
en los pilares del pozo
ni en el acacio espinoso
que a tu lado se levanta.
Tristeza inspira la planta
en la soledad campera,
no existe un muro siquiera
pues todo está derrumbado
¡para dejarte grabado
algún recuerdo, tapera!...
Anhelante la mirada
tiendo en todas direcciones,
y solo de los galpones
hay la señal apagada.
El rumor de la cañada
como en mi niñez lo siento,
y si quejumbroso el viento
se quiebra en la coronilla
canta triste la cuchilla
con la voz de mi lamento.
Hoy que a rezarte he venido
desde lugar muy lejano,
con las flores de tu llano
cubro tu suelo querido.
En el monte he recogido
al pasar por la espesura,
una rama fresca y pura
rama de sauce llorón:
que forma con mi canción
la cruz de tu sepultura…
(08/1923)
Versos de C. Luis D. Caruso
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