La ruda tradicional
aunque por su olor sea fiera,
la usa la gente campera
por su don medicinal.
Ella para todo mal
sirve aunque sea despreciada,
siempre fue desalojada
de los más bellos jardines,
vino al mundo con sus fines
y debe ser respetada.
La ruda es como esas criollas
que alejan las sociedades
pero en las necesidades
las ocupan sin embroyas.
La ruda siempre descoya
de las demás, no es coqueta,
el hormigón la respeta
y el frío poco la daña,
se utiliza en la campaña
para el mal de ojo y “la yetta”.
En los guardapatios criollos
la ruda y el azaharero,
la menta como el romero
prestan sus grandes apoyos,
en los instantes de escoyos
son como el alfilerillo
o como el yuyo sencillo
que le llaman la meona,
la lengua ‘e vaca largona,
la cepa y el romerillo.
La infusión de ruda macho
-dijo Sierra, el curandero-,
que es un laxante campero
especial pa’ los borrachos.
La lombriz en los muchachos
la desaloja y la cura,
sus vahos, los parto’apura
y que pa’l oído es,
mejor que el aceite ‘e nuez,
bien frita en la oliva pura.
Yo, como humilde campero,
aunque de ciencia algo escasa,
del guardapatio ‘e las casa
la ruda es lo que más quiero;
en ella pongo mi esmero
por verla hojosa y morruda,
cuando la estación ya muda
los panoramas del rancho
muchos vienen hasta Pancho
por un gajito de ruda.
Versos de Francisco N. Bianco
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